jueves, 12 de febrero de 2015

clasificación de los sacramentos





SACRAMENTOS DE INICIACIÓN CRISTIANA 

Mediante los sacramentos de la iniciación cristiana, el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, se ponen los fundamentos de toda vida cristiana. "La participación en la naturaleza divina, que los hombres reciben como don mediante la gracia de Cristo, tiene cierta analogía con el origen, el crecimiento y el centro de la vida natural. En efecto, los fieles renacidos en el Bautismo se fortalecen con el sacramento de la Confirmación y finalmente, son alimentados en la Eucaristía con el manjar de la vida eterna, y, así por medio de estos sacramentos de la iniciación cristiana, reciben cada vez con más abundancia los tesoros de la vida divina y avanzan hacia la perfección de la caridad" (CIC 1212 ).

EL BAUTISMO:

El Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana (...) y la puerta que abre el acceso a otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos
de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos
partícipes de su misión. (cf. CIC 1213)

¿Quién puede recibir el bautismo?:

Toda persona puede recibir el bautismo, con la única condición de no haberlo recibido antes.
Ciertamente que la forma y el medio como se recibe varía si quién lo recibe es un adulto, un
joven o un niño recién nacido. De cualquier manera, es importante acercarse a la parroquia y
hacer las consultas respectivas para recibir este sacramento.

¿Cuáles son sus signos principales?

Si bien es cierto, el rito esencial del sacramento es la inmersión o derramamiento del agua,
en tres oportunidades, sobre el bautizando, hay otros signos importantes, como la unción
con el santo crisma, la profesión de fe y el compromiso de padres y padrinos de educar en la fé al bautizando.
LA CONFIRMACIÓN: 

El Sacramento de la Confirmación nos une más íntimamente a la Iglesia y nos enriquece con
una fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta forma, nos comprometemos mucho más,
como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con nuestras palabras y
nuestras obras. (cf. CIC 1285)


¿Quién puede recibir este sacramento?

Todo bautizado aun no confirmado puede y debe recibir este Sacramento. Antiguamente el
sacramento de la confirmación era entregado antes de la primera comunión o inmediatamente después de ella. Sin embargo y por razones Pastorales importantes, se aconseja recibirlo después de haber participado de los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía. Habitualmente se recibe alrededor de los 18 años, después de dos años de preparación, pero es posible que adultos reciban este sacramento con una preparación especial. En cualquier caso, es importante acercarse a la parroquia para consultar sobre los procesos de preparación y los medios para recibir este sacramento según sea el caso.

¿Cuáles son sus signos principales?

El rito esencial de la confirmación es la unción con el Santo Crisma en la frente del bautizado, con la imposición de la mano del ministro y las palabras: "Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo". (cf. CIC 1320)
LA EUCARISTÍA:

La Eucaristía es fuente y cima de toda la vida cristiana. Los demás sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua. (...) Por la celebración eucarística nos unimos a la liturgia del cielo y anticipamos la vida eterna cuando Dios será todo en todos( cf. CIC 1324 y 1326).

La Eucaristía como tal es celebrada por todos los fieles que asisten a ella en la parroquia o
capilla, pero es presidida por el sacerdote. En este sentido somos todos partícipes de este
sacramento, más la participación plena se da en la comunión, en el compartir el Cuerpo y la
Sangre de Cristo, que se entrega a nosotros para nuestra salvación.
Es importantísimo recalcar el sentido comunitario de este sacramento, ya que es la Iglesia
entera la que entrega en ofrenda el pan y el vino que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre
de Jesús. Junto a estos dones, se ofrece toda la vida y la comunidad, para celebrar junto la
resurrección y la vida de Cristo.

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